El ambiente de tensión en Oxnard es más denso que la niebla de California. El campamento de los Cowboys, que debía ser el próximo capítulo en su lucha por un Super Bowl, se está desmoronando en un drama que podría redefinir al franquicia. Lo que sucedió es que Micah Parsons, el pasador estrella de todos los tiempos, solicitó formalmente su salida. “Ya no quiero jugar para los Dallas Cowboys”, le dijo Stephen Jones, según fuentes cercanas a la situación. 52.5 sacks en 63 juegos. La piedra angular de la defensa. ¿Desaparecido?
Nada podría habernos preparado para el drama de esta offseason. Y para cuando se abrió el campamento, las tensiones alcanzaron su punto máximo. Los aficionados llenaron los muros de Oxnard con carteles hechos a mano que decían “PAGA A MICAH”, esperando obtener una reacción. Jerry Jones les dio una, pero no del tipo que nadie esperaba. “Lo escuché con poca intensidad… no comparado con ‘Paga a Lamb’”, exclamó, desestimando la situación como si fuera un pitido de entrenamiento.
Micah Parsons puede haber lanzado el primer puñetazo en esta disputa de offseason, pero Jerry Jones no cede. En una entrevista con NFL on ESPN, Jones evitó cada punto de presión, negándose a confirmar directamente que los Cowboys habían ignorado la solicitud de Parsons para negociar el año pasado. Cuando se le presionó repetidamente: “¿Con quién?”, respondió, una y otra vez… Jones desvió la situación como un jugador que juega a largo plazo. O, como podría llamar Micah, “la larga conga”. Incluso cuando se le preguntó si estaba enojado por la solicitud de Parsons para ser cambiado, su respuesta fue fría y concisa: “No en absoluto”. El mensaje: Dallas no está en pánico. Pero debajo de esa máscara de poker, hay una franquicia que se mantiene en línea entre la confianza y la negación.
Jones presentó la solicitud de Parsons como solo la última de una larga lista de estratagemas contractuales que ha visto en más de tres décadas. “Es negociación”, dijo, desestimándola como el sonido de los pitidos de entrenamiento. “No puedo contar cuántas veces he escuchado eso”. Está siguiendo la misma filosofía que lo ha guiado desde los días de Emmitt y Irvin. Trata el poder de negociación como una leyenda hasta que los protectores están puestos. Esta es Capítulo 1: “El Arte de la Bluff Pública”. Sin embargo, esto no es una disputa en el vestuario ni una renuncia de un novato. Esto es tu pasador de generaciones… Más capturas que Reggie White en cuatro años… Pidiendo que se vaya.
Aún así, Jones mantiene la calma. “No pierdas el sueño por esto”, le dijo a Dallas Morning News. Pero alguien sí lo está. Los rumores de Atlanta acechando –destacados por el informe de Grayson Freestone– están generando una creciente sensación de incertidumbre. La confianza pública se siente como una táctica de retraso. Por ahora, Parsons está en campamento y los Cowboys están tratando su frustración como un esguince de espalda. Pero en una liga donde los plazos se acortan y las ventanas se cierran rápidamente, incluso Jerry sabe que un músculo dolorido puede cambiarlo todo.
Con pasadores jóvenes como Arnold Ebiketie y Bralen Trice brillando en campamento –y nuevas adiciones Leonard Floyd, Jalon Walker y James Pearce Jr. –los Falcons tienen profundidad. Lo que les falta es dominio. Parsons podría cambiar eso de la noche a la mañana. ¿Su agente? David Mulugheta, quien ya tiene fuertes vínculos con la oficina de administración de Atlanta. ¿Sus números? Históricos –más capturas que Reggie White en cuatro años–. Dallas todavía podría tener las cartas, pero cada retraso puede ejercer presión.
“Just pay the man”: Parsons’ fallout With Jerry Jones reaches breaking point
Jerry Jones intentó aclarar el asunto, pero sus palabras solo alimentaron el fuego. Cuando un reportero preguntó: “¿Ha considerado intercambiar a Micah?” su respuesta fue tan casual como podría ser. “No realmente le doy seriedad a eso”, respondió. Pero lo que realmente sacudió a los aficionados fue lo siguiente: “Micah tiene un mal trasero. Eso es como ser atropellado por un coche”, dijo Jones. “Eso es como ser atropellado por un coche”.
Esa ambigüedad es lo que ha frustrado a Micah Parsons —y a gran parte de Cowboys Nation—. Lo que Parsons quería era claridad y respeto. Lo que recibió, en cambio, fue lo que los compañeros de equipo como CeeDee Lamb están llamando falta de respeto. “Siempre pasa, amigo”, publicó Lamb en X. “Solo paga lo que te deben. No hace falta que hagan cosas extra”.
Para comprender el núcleo emocional de esta historia, basta con leer las propias palabras de Parsons. “Sí, quería estar aquí. Lo hice todo para demostrar que quería ser un Cowboy y llevar la estrella en mi casco”, escribió en una emotiva declaración. “Quería jugar delante de los mejores aficionados en deportes y hacer que este [Estados Unidos] equipo vuelva a ser una gran potencia”. Pero la lealtad tiene límites, especialmente cuando las negociaciones tienen lugar en secreto, sin que su agente esté involucrado y el propio jugador se siente públicamente desestimado. Parsons incluso citó “los golpes que he recibido por lesionarme”, que probablemente se referían a la famosa analogía de Jones de “ser atropellado por un coche”. Eso no solo fue insensato. Fue la gota que colmó el vaso en una relación cada vez más tensa debido a la dinámica de oficina de administración anticuada y egocéntrica de los Cowboys.
Todavía hay un camino hacia la reconciliación –la historia de los acuerdos importantes está llena de historias nacidas de grandes disputas públicas–, pero esta parece diferente. Cuanto más tarde Jerry Jones, más se arrastra en territorio peligroso: no solo perdiendo a un pasador de generaciones, sino desmantelando un vestuario construido en torno a él. Sin Parsons, la defensa de Dallas pierde su identidad central. Esto no es solo una cuestión de matemáticas capilares. Es el momento en que Jones decide si va a evolucionar con los valores modernos de la NFL o si deja que otro capítulo de “casi” defina la próxima década de los Cowboys.