Fecha de publicación: Jueves, 11 de Septiembre de 2025, 12:02:52 GMT
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México, durante décadas, fue sinónimo de libre comercio. En 1994, al unirse al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el país redujo drásticamente los aranceles y abrió su economía a un flujo de capital extranjero sin precedentes, convirtiéndose en un centro manufacturero de importancia global. La apuesta era simple: permitir la libre circulación de bienes y capital, y así, México se beneficiaría convirtiéndose en un polo de producción para empresas multinacionales.
Esta estrategia, que se conoce como “trumponomics” –un término que resuena con particular fuerza en este contexto–, definió la economía moderna de México. Fábricas de automóviles ensamblados en plantas mexicanas llenaban las autopistas estadounidenses, supermercados norteamericanos ofrecían productos agrícolas mexicanos, y empresas multinacionales establecieron sus operaciones al sur de la frontera. Pocos países habían vinculado sus destinos económicos de manera tan explícita al libre comercio.
Sin embargo, tres décadas después, México está ahora, silenciosamente, alejándose de este modelo. Y lo está haciendo de una manera que resulta sorprendentemente familiar… para Donald Trump.
El TLCAN y la Dependencia Económica de México
El TLCAN, firmado en 1994, fue un punto de inflexión en la historia económica de México. La idea era fomentar el crecimiento a través de la inversión extranjera y la integración comercial con Estados Unidos. La promesa era de prosperidad a través de la especialización y la eficiencia. El resultado fue un aumento significativo en las exportaciones, especialmente en la industria automotriz, y un aumento de la inversión extranjera directa.
Sin embargo, este éxito también creó una fuerte dependencia de los mercados estadounidenses y de las cadenas de suministro globales. La economía mexicana se centró en producir bienes para el consumo estadounidense, lo que la dejó vulnerable a las fluctuaciones económicas en Estados Unidos.
El Cambio Ahora: ¿Un Regreso al Proteccionismo?
Ahora, bajo el gobierno actual, México parece estar reconsiderando este modelo. Se están implementando políticas que limitan la inversión extranjera y se está fomentando el desarrollo de la industria nacional. Esto se observa en la discusión sobre aranceles, el fortalecimiento de las regulaciones laborales y un enfoque en la autosuficiencia productiva.
Este movimiento, aunque aún en sus primeras etapas, recuerda de manera inquietante la retórica y las políticas económicas que Donald Trump promovió durante su presidencia. El énfasis en la protección de la industria nacional, la demanda de reciprocidad en el comercio y la desconfianza hacia las instituciones internacionales son elementos que se han repetido en las últimas decisiones económicas.
¿Qué significa esto para el futuro?
El futuro de la economía mexicana es incierto. Si bien la búsqueda de una mayor autonomía económica es comprensible, el camino a seguir debe ser cuidadosamente considerado. El legado del TLCAN, y la lección de una dependencia excesiva, exige un enfoque estratégico y diversificado. La pregunta clave ahora es si México puede encontrar un equilibrio entre el libre comercio y la protección de sus propios intereses, o si, de hecho, está dando los pasos necesarios para un regreso a una forma de “trumponomics”.
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