Londres, 17 de diciembre de 2025 – Tras un principio de partido desastroso, Inglaterra demostró una resistencia admirable y una determinación feroz para luchar contra el tiempo y la implacable agresividad de Nueva Zelanda en el tercer Test de la serie, disputado en el Upton Park. El resultado, aunque aún incierto, ha puesto de manifiesto la capacidad de la selección inglesa para resurgir de la adversidad.
La jornada comenzó de forma alarmante. Una entrada torpe de Ben Stokes, acompañado de un arranque ineficaz de Jonny Bairstow, dejó a Inglaterra en una posición defensiva de inmediato. La apertura de Carey, el nuevo centrocampista neozelandés, fue particularmente letal, arrasando con diez wickets en solo 37 overs. Carey, aprovechando las menores imprecisiones inglesas, ejecutó una jugada de ataque implacable, transformando el terreno en un infierno para los lanzadores ingleses. Su juego agresivo, centrado en golpes cortados y drives poderosos, se convirtió en una amenaza constante, dejando a los bowlers ingleses desorientados y sin opciones.
Sin embargo, la tenacidad de un grupo de batalles veteranos, liderados por el capitán Ben Stokes, fue crucial. Tras el colapso inicial, Stokes y el joven Ollie Pope lideraron un remontada inesperada. Pope, en particular, mostró un juego de ataque notablemente mejorado, transformando el juego de pies y demostrando una gran determinación. Juntos, establecieron un bloque defensivo sólido y, gradualmente, empezaron a encontrar espacios en el ataque de Carey.
La principal preocupación para Inglaterra no era solo la puntuación en sí, sino el tiempo. Las condiciones climáticas, con lluvias amenazantes, representaban un factor determinante. Con la amenaza inminente de abandono del juego, los ingleses se vieron obligados a acelerar su ritmo, un riesgo que, a pesar de los resultados positivos, debían administrar con cautela.
El cambio de estrategia por parte del entrenador, Mark Wood, pareció funcionar. La entrada de Jamie Overton, conocido por su velocidad, agregó un nuevo elemento de ataque, y los bowlers ingleses comenzaron a encontrar un poco más de control.
Al final del día, Inglaterra había anotado 243 carreras, con Stokes en 87 y Pope en 65. La victoria, aunque agridulce, marcó un punto de inflexión en el partido y demostró la capacidad de Inglaterra para luchar hasta el último instante.
El futuro del Test es incierto. La lluvia continua representa una amenaza constante de abandono, y la forma en que los bowlers ingleses puedan explotar el nuevo orden de Carey será clave. Se espera una batalla emocionante en el día final, donde la táctica y la adaptación serán tan importantes como la habilidad individual. La esperanza para Inglaterra es que puedan mantener la intensidad y convertir esta lucha en una victoria en el crucial Test.
Fuente: https://www.bbc.com/sport/cricket/articles/c208dey38ypo?at_medium=RSS&at_campaign=rss

