México’s security policy es, con frecuencia, reducida a una narrativa simplista: un Estado incapaz de controlar la delincuencia organizada durante décadas. Esa interpretación omite la verdadera complejidad de la situación, una historia marcada por una sucesión de estrategias, muchos éxitos iniciales, y, en última instancia, un fracaso persistente.
A lo largo de los últimos 25 años, México ha intentado abordarlo con una variedad de métodos, desde un enfoque militar frontal hasta negociaciones con cárteles, pasando por intentos de reforma judicial y políticas de prevención social. Sin embargo, el poder y la capacidad de las organizaciones criminales para adaptarse, infiltrarse y, en última instancia, superar la respuesta estatal, se ha convertido en una constante.
Las Primeras Lluvias de Armas: La Respuesta Militar Inicial
La década de 2000 vio un aumento drástico en la violencia relacionada con las drogas, en gran parte impulsado por el auge de los cárteles de la droga. La respuesta inicial del gobierno, bajo la administración de Vicente Fox y luego de Felipe Calderón, fue la de aumentar la presencia militar en las zonas afectadas. Se desplegaron miles de soldados y marinos, con el objetivo de desmantelar las operaciones de los cárteles y recuperar el control de los territorios.
Inicialmente, hubo algunos éxitos. Se capturaron a líderes cárteles, se confiscaron grandes cantidades de drogas y armas, y se implementaron operativos de seguridad. Sin embargo, la estrategia militar no logró abordar las causas subyacentes del problema – la corrupción, la pobreza y la falta de oportunidades. Más bien, la guerra contra las drogas se convirtió en una guerra interminable, una escalada constante de violencia entre las fuerzas armadas y los cárteles. La presencia militar también exacerbó la situación, intensificando la violencia y alimentando la infiltración de las bandas criminales en la sociedad.
La Era de las “Operaciones Miraculous” y las Negociaciones
La administración de Enrique Peña Nieto (2012-2018) implementó una estrategia que, con el lema “Operaciones Milagrosas”, buscaba una respuesta más rápida y contundente. Estas operaciones, a menudo lideradas por el Ejército Mexicano, se centraban en atacar rápidamente a los líderes cárteles y desarticular sus operaciones. No obstante, su efectividad fue limitada. Simplemente promovieron la aparición de nuevos líderes y cárteles, cada vez más sofisticados y conectados.
A medida que la violencia seguía aumentando, el gobierno comenzó, de forma encubierta, a explorar el camino de las negociaciones con los cárteles. Estas conversaciones, llevadas a cabo a través de intermediarios, buscaban mitigar los efectos de la guerra de drogas, controlar el flujo de drogas hacia los Estados Unidos y obtener información sobre las operaciones de los cárteles. Aunque proporcionaron un respiro temporal, también permitieron que los cárteles fortalecieran sus operaciones y se expandieran a nuevas áreas.
El Cambio de Enfoque Bajo AMLO: De la Amenaza a la Alianza
En 2018, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) asumió la presidencia y adoptó un enfoque radicalmente diferente. Rechazando la “guerra contra las drogas”, AMLO ha priorizado la prevención del delito a través de programas sociales, el fortalecimiento de la policía local y la lucha contra la corrupción.
Su estrategia, a menudo descrita como “apaziguamiento”, implica un reconocimiento de la fuerza de los cárteles y un intento de “dialogar” con ellos, aunque en términos muy limitados. El gobierno ha adoptado una postura más defensiva, enfocándose en proteger a las comunidades vulnerables y en restablecer el estado de derecho. El objetivo declarado es reducir la violencia disminuyendo la influencia de los cárteles, y en cambio, reconstruir la confianza en el gobierno.
Si esta nueva estrategia finalmente resultará en una reducción sostenida de la violencia, o si simplemente marca una evolución en la forma en que México aborda esta compleja y persistente crisis, sigue siendo por ver. Una cosa es cierta: la “guerra contra las drogas” de las últimas dos décadas es un testimonio de la dificultad, incluso el imposibilidad, de enfrentar el poder y la capacidad de las organizaciones criminales.
Fuente: https://www.mexicodecoded.com/p/mexico-has-tried-everything-to-stop

