México’s security policy es frecuentemente reducido a una narrativa única de fracaso: un estado que, durante décadas, ha sido incapaz de controlar la delincuencia organizada. Ese relato simplista, a menudo enfocado en la ineficacia de las estrategias, olvida la historia mucho más compleja y rica en lecciones aprendidas.
Durante años, el gobierno mexicano ha experimentado una serie de intentos, desde estrategias militares masivas hasta reformas legales y sociales, buscando frenar el poder de los cárteles. Sin embargo, el resultado ha sido, en su mayoría, un ciclo de intentos fallidos, reacciones extremas y, en última instancia, la consolidación del control de las organizaciones criminales.
Un Viaje de Experimentación y Descorrecciones
La respuesta de México a la delincuencia organizada no ha sido lineal. En los años 80, la estrategia dominante fue la militarización, invirtiendo fuertemente en tropas y equipamiento para enfrentar a los cárteles. Esto, en lugar de desmantelarlos, condujo a una escalada de violencia y a la creación de nuevas facciones, ya que los criminales simplemente cambiaban de bando o formaban alías.
Los años 90 vieron el enfoque cambiar hacia la represión policial, con un aumento en las detenciones y un intento de desarticular las estructuras organizativas. Sin embargo, esto también resultó ser ineficaz, impulsado por la corrupción y la falta de recursos para abordar las causas subyacentes del problema.
En el siglo XXI, se intentaron estrategias más complejas, incluyendo la implementación de la Ley General de Seguridad Nacional en 2010, un esfuerzo por centralizar el control de la seguridad en manos del Ejército y la Marina. Aunque logró un cierto nivel de impacto inicial en la lucha contra los cárteles, también generó críticas sobre la violación de derechos humanos y la falta de rendición de cuentas.
Lecciones Clave Extraídas de la Experiencia
Analizar la trayectoria de México revela varias lecciones críticas:
* La violencia atrae a más violencia: La respuesta militar masiva, sin abordar las raíces del problema, simplemente alimentó el ciclo de violencia, fortaleciendo la capacidad de los cárteles para intimidar a la población y controlar territorios.
* La represión policial no es suficiente: Las tácticas policiales aisladas, sin una estrategia integral que incluya la prevención, el desarrollo social y el fortalecimiento de las instituciones, no logran erradicar el crimen.
* La corrupción es un obstáculo fundamental: La corrupción en todos los niveles del gobierno y las instituciones facilita la operación de los cárteles y socava la capacidad del Estado para hacer cumplir la ley.
* La prevención y el desarrollo social son cruciales: Abordar la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades en las zonas rurales y marginadas es fundamental para desincentivar a los jóvenes a unirse a los cárteles.
* La colaboración internacional es esencial: Compartir información y coordinar estrategias con otros países, especialmente con Estados Unidos, es crucial para combatir el narcotráfico transnacional.
Un Futuro Desafiante
Hoy en día, México continúa luchando contra la delincuencia organizada, pero con una comprensión más profunda de los errores del pasado. El futuro requerirá un enfoque renovado que combine la seguridad con el desarrollo social, el fortalecimiento de las instituciones y una mayor colaboración a nivel nacional e internacional. La clave, como han aprendido a duras penas, reside en atacar las raíces del problema, no solo sus manifestaciones visibles.
Fuente: https://www.mexicodecoded.com/p/mexico-has-tried-everything-to-stop

